Biblioteca del Congreso Nacional de Chile - Departamento de Estudios, Extensión y Publicaciones

POSIBLES EFECTOS DE LAS ANTENAS DE TELEFONÍA MÓVIL Y DE LOS

CELULARES EN LA SALUD

Minuta elaborada por Patricia Silva S.

En los últimos años hemos asistido a un incremento sin precedentes por su número y diversidad, de las fuentes de campos eléctricos y magnéticos (CEM)

utilizadas con fines individuales, industriales y comerciales. Entre ellas cabe citar los aparatos de televisión y radio, los computadores, los teléfonos celulares móviles, los hornos microondas, los radares y otros equipos utilizados en la industria, la medicina y el comercio.

Todas estas tecnologías han enriquecido y hecho más fácil nuestra vida. La sociedad moderna sería inconcebible sin computadores ni aparatos de televisión y radio. Los teléfonos móviles, también conocidos como teléfonos celulares, están convirtiéndose rápidamente en parte integral de las comunicaciones modernas. En algunas zonas del mundo son los más seguros o los únicos disponibles. En otras son muy populares porque permiten mantener una comunicación continua sin dificultar la libertad de movimiento, ventaja muy apreciada durante el trabajo como en el tiempo de ocio. Los teléfonos celulares han aumentado sobremanera la capacidad de los individuos para comunicarse entre sí.

En cuanto al número de aparatos celulares en relación a la población, destacan los países escandinavos por poseer la proporción más elevada de abonados a teléfonos móviles con respecto a su población: entre 36% y 42% en Finlandia; 33%-38% en Noruega; 30%-36% en Suecia y hasta 30% en Dinamarca1. A esos países les siguen Japón con alrededor de 30%, los Estados Unidos de América con 21% aproximadamente, el Reino Unido con hasta un 13% y Alemania con más de 9%.

Algunas estimaciones indican que para el año 2002 tal vez se alcance la cifra de

700 millones de abonados a teléfonos móviles. En la actualidad, existen, sólo en los Estados Unidos de América, unas 52.000 estaciones de base y se necesitan alrededor de 90.000 para cubrir todo el país. En Chile existen unas 805 estaciones base de celulares, de las cuales 301 están en Santiago.

El uso cada vez más extendido de microteléfonos móviles y la construcción de

las correspondientes estaciones de base (antenas) ha despertado además la

preocupación por los posibles efectos adversos de la tecnología celular sobre la salud.

1 Porcentajes entregados por la Organización Mundial de la Salud a enero de 1998.

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Si se tiene en cuenta que, según las estimaciones, se utilizan hoy en el mundo 190 millones de teléfonos móviles, incluso pequeños efectos adversos podrían tener graves consecuencias para la salud pública.

Es así que los avances tecnológicos han suscitado preocupación por los posibles riesgos sanitarios asociados a su uso, especialmente en lo que se refiere a la inocuidad de los teléfonos celulares móviles, los tendidos eléctricos y los dispositivos de control de la velocidad por radar utilizados por la policía. Informes científicos han sugerido que la exposición a los campos electromagnéticos emitidos por esos aparatos podría tener efectos perjudiciales para la salud, tales como cáncer, reducción de la fecundidad, pérdida de memoria y cambios negativos en el comportamiento y el desarrollo de los niños. Sin embargo, la amenaza real de riesgo sanitario no es conocida.

La pugna entre el temor a los posibles efectos sanitarios de la exposición a los campos electromagnéticos, por una parte, y el desarrollo de equipos de suministro eléctrico y telecomunicaciones, por otra, ha tenido consecuencias económicas considerables. En muchos países, por ejemplo, para sortear zonas habitadas, las compañías eléctricas han tenido que desviar los tendidos de alto voltaje o incluso interrumpir su construcción. La instalación de estaciones base para sistemas de telefonía móvil se ha aplazado o ha suscitado la oposición del público por temor a que sus emisiones de radiofrecuencias causen cáncer a los niños. En Estados Unidos, por ejemplo, sería necesario fabricar un 85% más del número total de esas unidades para atender la demanda existente.

Las medidas para reducir sensiblemente la intensidad de los campos electromagnéticos ambientales hasta niveles inferiores a los comúnmente aceptados en la actualidad son costosas. Se ha estimado que las cuestiones relativas a campos electromagnéticos y salud tienen en la actualidad un costo económico, sólo en los Estados Unidos, de unos mil millones de dólares al año. Sin embargo, si existen riesgos excesivos para la salud, será necesario adoptar costosas medidas de prevención.

En mayo de 1996, para dar respuesta a la preocupación creciente en muchos Estados Miembros por los posibles efectos para la salud pública de la exposición a campos eléctricos y magnéticos emitidos por fuentes cada vez más numerosas y diversas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) inició un proyecto internacional para evaluar los efectos sanitarios y ambientales de la exposición a esos campos, que

ha pasado a ser conocido como Proyecto Internacional CEM (Campos Electromagnéticos).

El Proyecto tendrá una duración mínima de cinco años, y en él confluirán los conocimientos actuales y los recursos disponibles de importantes organismos internacionales y nacionales e instituciones científicas, con objeto de preparar recomendaciones científicamente bien fundamentadas para evaluar el riesgo sanitario

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de la exposición a campos eléctricos y magnéticos estáticos y variables con el tiempo en el intervalo de frecuencia 0-300 Ghz, con miras a desarrollar unas directrices internacionales sobre los límites de exposición. Las principales fuentes de exposición son los CEM asociados a la generación, distribución y uso de energía eléctrica, a los sistemas de transporte, a las instalaciones de telecomunicación y a los aparatos que ello

conlleva, como los teléfonos móviles, los equipos médicos e industriales, los radares, o las antenas emisoras de radio y de televisión. Todos, en este planeta, estamos expuestos a los CEM en diversos grados, por lo que incluso un pequeño efecto sanitario podría tener enormes repercusiones en la salud de toda la población.

El Proyecto tiene como objetivos realizar con autoridad e independencia el estudio de publicaciones científicas e identificar y llenar las lagunas existentes en los conocimientos científicos mediante el establecimiento de protocolos de investigación basados en métodos compatibles y comparables y el fomento de investigaciones más específicas que culminen en una mejor evaluación del riesgo sanitario asociado a los campos electromagnéticos.

Mientras prosiguen las investigaciones la Organización Mundial de la Salud recomienda lo siguiente:

1.- El cumplimiento estricto de las normas vigentes de seguridad nacionales e internacionales: esas normas, basadas en los conocimientos disponibles, se han elaborado para proteger a toda la población: usuarios de teléfonos móviles, personas que trabajan o viven cerca de estaciones de base, y quienes no utilizan ese tipo de

teléfonos.

2.- Interferencias provocadas por los CEM: los teléfonos móviles, al igual que otros aparatos electrónicos de uso común, pueden causar interferencias electromagnéticas en equipos eléctricos. En consecuencia, deben tomarse precauciones cuando se utilicen teléfonos móviles en las proximidades de los sensibles equipos electromédicos utilizados en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales. En algunos casos, los teléfonos móviles pueden interferir con sistemas aéreos de navegación, y con ciertos dispositivos médicos, como marcapasos y audífonos. Las personas que utilicen tales dispositivos deben consultar a su médico para determinar su susceptibilidad a esas interferencias.

3.- Medidas sencillas de protección: vallas o barreras en torno a los emplazamientos de antenas pueden contribuir a evitar el acceso no autorizado a zonas donde quizá se excedan los límites fijados.

4.- Consultas con las autoridades locales y el público para la ubicación de estaciones base: como es lógico, el emplazamiento de la estación de base de un teléfono móvil hade ofrecer buena cobertura para la señal y accesibilidad para el mantenimiento. Si bien

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los niveles del campo de radiofrecuencia en torno a las estaciones de base no se consideran un riesgo para la salud, las decisiones sobre su emplazamiento deben tener en cuenta la estética y la sensibilidad del público. Ubicar, por ejemplo, estaciones de base cerca de jardines infantiles, escuelas y parques infantiles puede requerir una consideración especial. La libre comunicación y el debate entre el operador de telefonía móvil y el público durante el período de planificación para una nueva antena pueden ayudar a crear una mayor comprensión pública y a que se acepten mejor las nuevas instalaciones.

5.- Un eficaz sistema de información sanitaria y de comunicación entre científicos, gobiernos, la industria y el público puede ayudar a ampliar el conocimiento general sobre la tecnología de los teléfonos móviles y a reducir desconfianzas y miedos, tanto reales como imaginarios.

Otro proyecto importante que se está llevando a cabo es en Estados Unidos donde la Administración de Alimentos y Drogas (Food and Drug Administration) está preparando un estudio sobre teléfonos celulares que durará entre 3 y 5 años. El objetivo es determinar si estos equipos implican un peligro real para la salud, incluyendo posibles riesgos de cáncer cerebral o mutaciones genéticas. La investigación se efectúa en conjunto con la Asociación Industrial de Telefonía Celular (AITC) la cual financia el proyecto. Según los científicos de la Administración de Alimentos y Drogas, a pesar de la preocupación general que provoca este tema, no existen evidencias consistentes de que la radiación producida por estos equipos implique un gran peligro para la salud. Sin embargo, tampoco existen pruebas de lo contrario, por lo que la institución estima imprescindible un estudio sobre la materia.

En Chile, con el fin de prevenir potenciales efectos sobre la salud de las personas se ha dictado una norma técnica que regula la instalación de antenas de telefonía móvil. Esta norma concordante con los estándares fijados por la Comisión Internacional para la Protección contra la Radiación No Ionizante reconocida por la

Organización Mundial de la Salud fue publicada el 8 de mayo de este año en el Diario Oficial.

Mediante esta norma, se pone límite al crecimiento no normado de estas instalaciones, recogiendo la fuerte oposición que ha expresado la población, la cual incluso ha presentado recursos legales.

En concreto, la norma establece que la máxima radiación a la que la población puede estar expuesta es de una densidad de potencia de 435 micro Watts por centímetro cuadrado. Esto obligará a las empresas a ajustar las condiciones de potencia, altura y distancia de las antenas, considerando las características particulares que tiene cada una de éstas.

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Esta norma obligará a las empresas a modificar la altura de las torres para que en las zonas de libre circulación de las personas la densidad de la radiación sea menor a la potencia máxima fijada. Obligará también a instalar cercos para impedir el acceso al área determinada como de riesgo, a reforzar las torres para impedir escalamientos, a poner letreros y señalética de advertencia y posiblemente adecuar las microceldas y

antenas de azoteas. La norma comenzó a regir en forma inmediata para las nuevas instalaciones de equipos y otorga a las empresas un plazo máximo de seis meses para adecuar las instalaciones ya existentes que no cumplan con las nuevas especificaciones técnicas.

Por otro lado, el reglamento establece un informe obligatorio por parte de las empresas, que se debe realizar cada seis meses, informando sobre el parque instalado, las modificaciones y las nuevas antenas. Este informe será auditado por la autoridad. En caso de incumplimiento, la Subsecretaría de Telecomunicaciones sancionará

a las empresas con las multas establecidas en la legislación del sector, la cual permite que cada día de infracción se tome como un incumplimiento distinto y permite triplicar el monto de las multas si ha reincidencia.    Según el Subsecretario de Telecomunicaciones, Christian Nicolai2 Chile ha definido estándares más estrictos que los que rigen en Estados Unidos y Europa. También destacó el hecho de que aún no hay estudios concluyentes respecto de los efectos que tienen sobre la salud las antenas de telefonía móvil, ya que para determinar esto la Organización Mundial de la Salud debe realizar estudios de tipo epidémico que

tienen duración de cinco, diez y quince años.

Es importante también señalar aquí, que en nuestro país no existe una norma que regule la instalación de antenas cerca de lugares poblados pero también es importante señalar que ello es algo que también ocurre a nivel internacional.

2 En declaración aparecida en El Mercurio de 9 de mayo de 2000.

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AÑO X, Nº 138  SANTIAGO DE CHILE   SEPTIEMBRE DE 2000